El período formativo (año 2.000 a.c.) se caracteriza por el surgimiento de las civilizaciones. Al aumentar las poblaciones, fue posible repartir las funciones entre sus miembros. El comienzo de la especialización laboral exigió la designación de un jefe que tenía como misión principal distribuir las tierras de la comunidad entre los diversos grupos familiares. El jefe redistribuia los bienes, organizaba los trabajos, ejercia justicia, vigilaba la defensa y celebraba las ceremonias religiosas, especialmente en relación con la fertilidad. Se hacian fiestas, venian habitantes de aldeas vecinas. Este tipo de relación era tipico de las tribus. Allí las relaciones entre jefes y dirigidos era de reciprocidad, es decir, quien recibia un favor o regalo estaba obligado a devolverlo lo más pronto posible.
La tecnología de las tribus agricolas incluía la confección de utencilios de cerámica y piedra pulida, objetos de madera, hueso, conchas y piedras semi-preciosas; cestería, tejidos de algodón, fibras vegetales, lana y metales.
Las aldeas eran chozas hechas de piedra, barro o materiales vegetales. Durante este periodo se desarrollan las guerras y la lucha se manifestaba como comandos, emboscadas e invasiones.
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